domingo, 10 de junio de 2012

A través de la distancia (Capítulo 1, Parte 2)


Anteriormente: -¡Larry! – Wendy se lanza a sus brazos como si fuera a comérselo. Sentí una punzada en el estómago-. ¡Cuánto tiempo, honey!
            -Me alegro de verte, Wen.
            ¿Wen? ¿Honey? ¿Acaso se conocían? ¿No venía de Londres? ¿Cómo la conoce?


Por suerte, Fred lo preguntó por mí.
            -¿Os conocéis? –Dice Fred, por lo que parece, un poco celoso.
            -Sí –contestó ella. Sin soltarse de él, claro-. Era mi mejor amigo cuando éramos pequeños. Pero tuvo que irse a Nueva York por el trabajo de sus padres. Después de eso hemos estado hablando por correo electrónico y por teléfono desde siempre. Le escribía cada día, y controlábamos las diferencias horarias para llamarnos –mira fijamente a Larry-. Cuando supe que venías casi me muero de la alegría. ¡Pero no me imaginaba que estarías en mi mismo instituto!
            Ah, vale. Ji, ji, ja, ja. Muy divertido todo. Necesito cortar o vomitaré de la melosidad que hay en la voz de doña perfecta.
            -No me gustaría interrumpir este maravilloso reencuentro –me salió un poco peor de lo que esperaba-, pero ¿podemos movernos? Quiero comprarme el desayuno, gracias.
            Lucy me lanza una sonrisa.
            -Voy contigo –dice Larry.
            -¡No! ¡Quédate conmigo! –Grita Wendy-no-me-dejes-que-me-muero.
            -Voy yo. Ahora venimos –dice Lucy casi entre risas.
            Nos alejamos del grupo y mi pensamiento está sumido en la imagen de Wendy con Larry. ¿Habrían estado juntos? Ella por lo que parece sí quiere a Larry. ¿Y él a ella? Bueno, si habían estado hablando todos los días supongo que sí.
            -¡...osa! –mi prima me saca de mis pensamientos.
            -¿Eh? ¿Qué? –No me he enterado de nada.
            -Que estás celosa de Wendy –ríe pícaramente.
            -¿Qué? ¿Yo celosa de Wendy? –Río mucho, pero suena poco convincente. No me lo creo ni yo-. ¿Por qué iba a estarlo?
            -Supongo que, simplemente, te ha gustado Larry –me sonríe aún más emocionada que antes.
            -No me puede gustar una persona que acabo de conocer –me parece que estoy hablando un poco demasiado alto. Creo que intento convencerme a mí misma también, además de a Lucy.
            -Pues ya ves que sí –llegamos a la tienda correspondiente y entro como un rayo a comprarme el desayuno. Lucy me espera fuera. Cojo una napolitana, voy al dependiente, la pago y me la voy comiendo mientras salgo con mi prima.
            -No lo creo. Soy sensata. No ha vuelto a gustarme nadie desde Greg –le había contado la historia en la clase, poco después de haber dejado de hablar con Larry.
            -Bueno, ha llegado el momento de que sí.
            Vemos a lo lejos, no mucho, aparecer a Claire, Fred, Larry y su amiga doña Wendy. Seguía agarrada a su brazo como una lapa. No se soltaba y no paraba de mirarle, sonreír, hablar, etcétera. ¡Uf! Me pone de los nervios. Fred se acerca a mí.
            - Wendy nos va a presentar a sus amigos de su antiguo instituto.
            Nos paramos frente a la puerta de dicho instituto y Wendy entra, obviamente, agarrando a Larry del brazo. Grita algunos nombres desde la puerta y van saliendo chicos. Bueno, y una chica. Al menos hay una chica entre sus amigas. El más alto de todos, al ver que Wendy no los presentaba, da un paso hacia delante y se presenta.
            -Hola, me llamo Gordon –es alto, con el pelo largo y castaño, ojos cálidos y parece agradable-. Este de aquí –señala a un chico bajito, moreno con gafas y sonríe tímidamente-, es Ray. Aquel con la novia –señala a un chico alto, moreno con el pelo rizado y con mirada perdida junto a una chica bajita, delgada, castaña con el pelo largo y con gafas-, es Gary, y la chica es Miki. Y este rechoncho de aquí –el chico rellenito le da un empujón de broma a Gordon. Es moreno, alto y con cara de tímido-, es Samuel.
            -Encantada –digo sin pensarlo-. Yo soy Rachel, esta de aquí es mi prima Lucy, este es Fred y ella es Claire.
            Todos sueltan un “hola” alegre. Miro de nuevo a Wendy con Larry. Ella le cuenta un millón de cosas, pero él no hace caso. Está mirando al cielo. De pronto me mira y me sonríe, cosa que me da igual, y le aparto la mirada. Tal vez no debería haber hecho eso... Puede que ahora sospeche que estoy celosa... Que no lo estoy, pero bueno... Bah, no creo que piense nada. No debe ser de aquellos que se dan cuenta de las cosas. El timbre del instituto de los nuevos chicos toca y deben irse adentro. Cuando entran, nosotros emprendemos el paso y cada uno habla con su respectiva pareja. Yo, sin darme cuenta prácticamente, sigo mirando a la “parejita feliz”. Lucy ríe.
            -Tranquila. Mira –señala a Wendy y Larry-. ¿No ves que Larry pasa de ella? Debe estar agobiado con tanta cháchara. ¡Es un lorito, Madre del Amor Hermoso! Qué pesada. Me agobia a mí y no está hablando conmigo. Como no corte la corto yo.
            Reímos. No sé si tomarla en serio, pero pronto me hizo cambiar de opinión. Lucy me cogió de la mano y me acercó a la parejita, cogiendo a Wendy de la mano con la excusa mala de “quiero conocerte, pareces interesante” y llevándosela lejos de Larry. Obviamente, Wendy se resistió los primeros segundos, pero cuando supo que no lograría nada (por lo que he aprendido en este corto plazo de tiempo, Lucy es bastante perseverante) dejó a un lado su resistencia y calló. Por fin, después de cerca de media hora charlando, oigo mis pensamientos. Larry me mira y me sonríe.
            -Dile a tu prima que mil gracias –dice riendo.
            -Dáselas tú. O no. Porque te ha quitado a tu best friend forever, ¿no te molesta? –Casi sueno como una novia posesiva.
            -No me molesta.
            Típico. Delante de su cascarrabias nueva amiga no diría nada.
            -Pues si tantas ganas tenías de quitártela de encima, ¿por qué no le dices que te deje en paz? –Cada vez parezco más enfadada.
            -Pues... –me mira risueño. Parece como si fuera a reírse-. No estarás celosa, ¿verdad?
            -¿Celosa? ¿Yo? No sé qué es eso.
            Ríe. No aguanto su inmadurez que está mostrando ahora mismo. He concebido una imagen errónea de él. Tal vez no sea tan maduro e inteligente como pensaba.
            -Me encantas así.
            Me sonrojo. Es idiota. Acabo de descubrirlo. ¿Puede cambiar tu opinión de una persona en escasos minutos?
            -Bueno, aún no me has contestado. ¿Por qué te molestaba?
            Se queda pensativo y se rasca su linda naricita como hacía Vickie el  Vikingo. Da un chasquido con la lengua.
            -No me lo habías preguntado.
            Me tiene en ascuas. Solo tenía que responder.
            -Bueno, da igual. ¿Me respondes?
            Me mira desafiante. Creo que tardará un poco en contestar. ¿Pretende hacerme enfadar? Pues lo está consiguiendo.
            -Porque no me dejaba hablar contigo y, la verdad, lo prefería.
            Ahora esto sí que es el colmo. ¿Pretende sensibilizarme? No lo conseguirá.
            -Ah. Bueno, gracias, supongo. Pero tu amiga te espera. Parece que no quiere estar con mi prima. Te echa de menos –pongo voz de niña pequeña. De nuevo, Larry ríe. ¡Uf! Es odioso cuando se lo propone.
            -Gracias por la información, jefa. Lo tendré en cuenta. Pero ahora prefiero estar contigo.
            No sé lo que pretende, pero ya no voy a insistir más. No respondo. Llegamos al instituto y subimos a las clases. Mi prima se despide con un sonoro beso de Wendy y le grita “¡después seguimos hablando!”. Claire y Fred van detrás y Lucy viene conmigo. Larry se adelanta y entra en la clase.
            -¿Te he servido de ayuda? –Dice Lucy.
            -Más o menos. Pero me pone de los nervios –hablamos en susurros.
            -¿Y eso por qué? ¿No te gustaba?
            -¡Que no me gusta! Vaya por Dios. Además, ahora menos. Ha empezado a decir que Wendy no le dejaba en paz y que quería estar conmigo, pero no ha hecho nada para evitarlo. Qué hombre...
            Lucy ríe. Entramos en la clase y nos sentamos en nuestros sitios. Larry está dibujando, como antes. Yo también saco mi cuaderno y sigo con mi dibujo. Greg se acerca a mí.
            -Vaya, qué bien dibujas –exclama Greg.
            -Gracias. Llevo unos días con él. Aún no está acabado, pero no va mal del todo. Me gustaría ponerle sombra como si la luz viniera de arriba. Así no tendría que dibujarle los ojos a ninguna de las dos partes. Simplemente emborronaría esa zona... Pero me parece que te aburro –río entre dientes.
            -No, no, para nada. Me gusta oírte hablar.
            Greg se sienta a mi lado.
            -¿Qué haces?
            -¿Puedo verte dibujar? Me gusta verte tan concentrada. Estás tan mona cuando te cae el pelo hacia delante...
            No puedo evitar sonrojarme. Asiento rápidamente y sigo dibujando. Noto la mirada de Greg en mí. Me avergüenza estar así con él después de todo, pero es mi mejor amigo, así que no entiendo mis repentinos nervios. Bueno, haré como si no estuviera aquí. Sigo dibujando como si nada, aunque estoy un poco tensa. Cojo la goma y borro el último trazo. El dibujo está quedando de miedo. Me gusta, a pesar de que lo he hecho yo. Sonrío y miro a Greg.
            -Mira. Me está quedando bien, ¿eh? –Río.
            -Claro que sí. ¡Te está quedando genial! Hummm... ¿Podría pedirte una cosa?
            -Depende de qué –sonrío.
            -¿Me lo podrías regalar? O hacerme uno para mí. Es que me gusta mucho.
            Me sonrojo. Vaya. Me siento halagada.
            -Bueno... Si quieres, me dices un dibujo que te guste y te lo intento hacer. No prometo que quede muy bien, pero lo intentaré.
            -¿Bromeas? Te quedará genial, como este. En serio, dibujas muy bien.
            Entra la profesora y se va a su sitio. Ya puedo respirar con normalidad. Lucy se acerca a mí.
            -¿Te ocurre algo con Greg?
            -¿Algo como qué?
            -No sé... Podrías volver a empezar a sentir algo por él... ¿Lo he dicho bien? Vaya trabalenguas en dos segundos –ríe. Río yo también.
            -No lo creo. Cuando me gustaba sentía otra cosa en mi interior. La verdad, creo que puede ser el pensamiento de todo lo que pasó, de lo que vivimos, y que al final no fuera nada. Puede que sea el sentimiento de “algo que pudo pasar, pero que no fue”. No sé si me entiendes –la verdad, es que ni yo misma me entiendo, pero sé lo que quiero decir.
            -Más o menos. Pero piensa que si no funciona con Larry puedes probar de nuevo con Greg.
            -¡Uf! Lucy, después de tantos años nos reencontramos un día y ya me estás buscando novio. No puede ser esto, ¿eh?
            Reímos durante un rato, recordando también algunas cosas que hacíamos de pequeñas. No puedo creerlo, estoy tan a gusto con ella... No recordaba que fuera tan simpática.

            Vuelvo a mi casa. Vaya mañanita. Menudo inicio de curso. Mi clase no es la que esperaba, pero solo espero estar a gusto allí. Además, no creo que sea bueno acercarme mucho a Larry. O sí... No lo sé. ¿Qué hago? Bueno, Rachel, no lo pienses más. Mañana preséntate amable y dile a Larry que si le apetece una visita turística por la ciudad.






Fin del capítulo 1

viernes, 1 de junio de 2012

A través de la distancia (capítulo 1, parte 1)


Despertador. Olvidaba que hoy empezaba de nuevo el instituto. Bostezo con fuerza. Odio tener que volver a la rutina. ¿Quién inventaría que las clases debían empezar tan temprano? Intento levantarme, pero caigo de nuevo a la cama. “Rachel, levanta, no puedes llegar tarde el primer día de bachillerato”. Intento animarme en cierto modo, pero no hay manera. Después de debatir un rato conmigo misma, consigo levantarme y voy como un zombi a la cocina a desayunar.
            Mi madre ya está despierta, como siempre, y se está preparando su café y tostando el pan. Claro que me toca a mí calentar la leche.
            -Buenos días, mamá –digo casi en un susurro. Mi hermano aún está dormido.
            -Buenos días, nena.
            Mi madre, como yo, no se despierta hasta que no desayuna. Joseph (el novio de mi madre) hoy trabaja temprano, supongo. Bostezo. Abro la nevera y saco la leche. Cojo la jarra para calentar la leche y echo la medida justa para las dos. Meto la jarra en el microondas y cojo un pedazo de pan para ponerlo a calentar. Mientras tanto, saco la mantequilla y la mermelada de melocotón. Las coloco en la mesa y voy a por un cuchillo y un plato para sacarme el pan ya hecho. También cojo mi taza de Winnie the Pooh para preparar mi Cola Cao. Una vez que lo tengo todo, me siento a la mesa y me unto el pan con mantequilla y mermelada. Mi madre se sienta junto a mí.
            -¿Nerviosa? –Me pregunta alegre.
            -Bueno, este año ya es bachillerato. Supongo que sí, estoy algo nerviosa.
            Contesto lo más amable que puedo con el sueño que tengo encima. Miro la hora. Ya he perdido mucho tiempo. Como tengo mucha prisa, friego mis cosas rápidamente y voy a vestirme. Al llegar a mi habitación, abro la ventana y compruebo. Aún hace un poco de calor, así que me pondré mis shorts y una camiseta de tirantes. Como es evidente, también cojo mis guantes sin dedos. Siempre los llevo. Cojo las sandalias blancas y me visto como un rayo. Voy al baño y me cojo una cola alta. Me cepillo los dientes con cuidado (tengo brackets, y por ello tengo que ser más cuidadosa). Inmediatamente después de haber terminado, doy una carrera hasta mi habitación, cojo los pendientes y mi mochila ya preparada y salgo disparada por la puerta, no sin antes haberme despedido de mi madre con un beso en la mejilla.
            -Recuerda buscar a tu prima Lucy –me dice antes de salirme-. Irá a tu clase.
            -¡Ok! ¡Hasta luego!
            Salgo y cierro la puerta tras de mí. Genial. Tengo que empezar bachillerato de letras tras haber estado toda mi vida en ciencias, tengo que aguantar al grupito de graciosos pesados de la clase (solo los de ciencias eran tranquilos), tengo que estar en la clase con la persona que más odio (Andree) y mi ex mejor amiga (Lilly), y además tengo que separarme de mis dos mejores amigos (Fred y Claire) para sustituirlos por mi prima Lucy, la cual no veo desde que tenía dos años. Me espera un curso de lo más movidito... Supongo que sobreviviré.
            Veo a Fred en el sitio de siempre (como vivimos cerca, quedamos para ir a buscar a Claire) y me acerco a él. Se ha peinado su oscura cabellera morena a lo Joe Jonas de los Jonas Brothers, lleva su camiseta azul de Paul Frank y sus pantalones rasgados (una vista que no me agrada a primera hora de la mañana), y para variar se ha afeitado su bigote, que más que un bigote parecía una gran fila de hormigas buscando comida y te entraban ganas de gritarle “¡Heil, Hitler!” con la mano derecha arriba. Llevaba sus gafas de pasta gruesa negras enmarcando sus ojos oscuros y me sonríe de lejos.
            -Buenos días, Rachel.
            -Buenas, Fred.
            Emprendemos la marcha hacia casa de Claire. Fred me preguntaba cosas como si estaba nerviosa, o quién creía que iba a entrar nuevo en la clase... Solo se me ocurrió una cosa: mi prima. Fred ya me había preguntado que cómo la reconocería si hacía tanto tiempo que no la veía, pero me limité a responderle que ya lo sabría cuando la viera. Llegamos a casa de Claire en muy poco y ella ya estaba abajo esperándonos. Iba con su faldita a cuadros, algo corta en mi opinión, una camiseta negra muy escotada y sus botas negras. Llevaba su largo pelo castaño suelto con una horquilla en el flequillo. No llevaba sus gafas. Seguramente se habría puesto lentillas. Estaba muy orgullosa de sus ojos, castaños como su pelo, y odiaba tener que ocultarlos bajo sus gafas. Nos sonríe. Nos saludamos con dos besos, como siempre, y a Fred de lejos. No es que nos de asco, pero suda como un maldito pollo en un asador cuando hace calor o realiza ejercicio físico. Siempre ha sido y será así.
            Llegamos extremadamente puntuales (cosa que dudaba, ya que nos retrasamos bastante cuando vamos hablando tan tranquilamente como hoy). Veo a una chica bajita y delgada, con el pelo claro casi rubia, ojos azules y que me mira. Se acerca a mí sonriendo. Sí. Es ella. La reconocería fuera donde fuese. Lucy. Sonrío.
            -Hola. Me alegro de verte –me dice amablemente.
            -Lo mismo digo. Me alegra que estés aquí.
            -Y yo. Habría tenido que pasar el curso sola de no ser por ti.
            Parece agradecida. Observo su ropa. Una camiseta clara con escote pronunciado, casi enseñando el sujetador, unos pantalones cortos claros y unas sandalias del mismo color de la camiseta. Miré con disimulo mi camiseta. Apenas tenía escote. ¿Para qué? Al menos Claire y Lucy podían enseñar algo. Yo no tengo mucho pecho que digamos. Vuelvo a mirarla. Parece más tranquila de lo que realmente debería estar alguien que ha cambiado de colegio. Observo su mochila.
           -Oh, ¿tu mochila es de Jack Skeleton de Pesadilla antes de Navidad? –Ahora me está cayendo mejor mi prima.
            -Sí... –dice tímidamente.
            -¡Me encanta esa película! ¿Te gusta el anime también?
            -¿Bromeas? –Ya parece más suelta-. ¡Me encanta!
            Claire se une a nosotras, que también comparte nuestros gustos, y Fred no iba a ser menos. Acabamos de encontrar aficiones comunes con Lucy. Pasamos hablando un rato cuando ya vemos más gente de primero de bachillerato entrar y les seguimos. Por desgracia, no podemos estar mucho más juntos. Lucy y yo tenemos que ir a la clase B y ellos a la A. Nos despedimos. Nos veremos después en el recreo. Cuando entramos en la clase veo muchas caras conocidas y algunas que no. Veo que hay mucha gente repitiendo. Mi prima y yo nos sentamos al final de la clase. Lucy me presenta a sus amigas de su antigua escuela y empieza a hablar con ellas. Yo saco de mi mochila mi cuaderno de dibujos y comienzo a dibujar. Continúo con mi ángel barra demonio que estoy haciendo. No hay ningún profesor, por lo que echo un vistazo rápido al barullo. Allí está Greg, mi amor de hace dos años. Mira hacia mí y le saludo. Me saluda y sigue hablando con su grupo. Escucho ruido de bolígrafos tras de mí. Me giro y veo a un chico dibujando también.
            -Hola –le digo alegre. El chico me mira. Tiene los ojos oscuros y una mirada penetrante. El pelo no muy largo oscuro, sonrisa encantadora y muy guapo.
            -Hola –me responde.
            -Debes de ser nuevo, ¿no? Me llamo Rachel. ¿Y tú?
            -Larry. Encantado.
            Me gusta su nombre. Larry. Suena muy bien.
            -Y ¿de dónde vienes?
            -De Londres.
            -Vaya, ¿de Londres? –Observo los detalles-. Pues... no pareces inglés, la verdad.
            -No lo soy –ríe-. Mis padres cambian constantemente de trabajo y vamos de acá para allá siempre.
            -Jo, qué suerte –sonrío-. Si yo fuera así, sería la chica más feliz de la Tierra.
            -Qué va, no querrías mi vida –se pone serio-. Puede parecer genial viajar constantemente. Conoces sitios nuevos, gente nueva, idiomas nuevos... Pero no todo es eso. Cambiar de colegio, dejar atrás a tus amigos... Además, tengo diecisiete años. Debería estar en segundo, no en primero de bachillerato. He repetido por no poder asistir a clases este último año –se calla-. No es tan buena vida como parece, Rachel.
            Me callo y asiento. No lo había visto así. Ahora... no sé cómo me siento, pero es más mal que bien.
            -Tienes razón, Larry. Lo siento... –¿Y ahora? ¿De qué podía hablarle? Quiero que se sienta bien-. Bueno... y aquí, ¿cuánto tiempo te quedas? –Intento parecer más simpática.
            - Mis padres me han prometido que no me cambiarían de instituto hasta acabar el bachillerato.
            -Es decir...
            -Dos años –decimos casi al unísono.
            Reímos. Parece simpático.
            -Por favor, no se lo cuentes a nadie. No es por nada, pero no quiero ser el centro de atención de nuevo...
            Lo decía muy en serio. En realidad, me daba pena.
            -No te preocupes –le sonrío ampliamente-. No lo contaré. Será nuestro pequeño secreto.
            Greg se acerca a mi mesa y me sonríe.
            -Rachel –dice con su voz melodiosa.
            -Greg. ¿Qué tal?
            Greg había sido mi primer amor. Alto, rubio, ojos azules y profundos, guapo, amable, simpático, gracioso... El chico que cualquier niña podría soñar. Pero no salió bien...
            -Muy bien. Y tú, ¿qué haces en humanidades? Pensaba que eras de ciencias –me dice extrañado.
            -Y lo era. Pero por culpa de lo que quiero estudiar, me temo que tuve que cambiar –suspiro-. Tendré que adaptarme a esto. Latín lo llevaré algo mal al principio, pero después supongo que me defenderé –río.
            -Si quieres puedo echarte una mano. Ya sabes que estoy aquí para lo que quieras –me sonríe.
            -Gracias, Greg. Eres el mejor.
            Me da un beso en la mejilla y se va con su grupito. Me doy la vuelta de nuevo y miro a Larry.
            -¿Es tu novio? –Me dice.
            -¿Greg? Qué va. Me gustó hace dos años, pero la cosa no fue muy bien.
            -¿Qué pasó? Si se puede saber.
            -Bueno, me trataba genial, y parecía que yo también le gustaba, pero la cosa no fue así –suspiro-. Cuando me declaré a él, me dijo que ya tenía novia y que no podía ser lo nuestro, así que lo dejé pasar después de haber llorado muchísimo. Más tarde quedamos más veces, y me enteré de que su “novia” tenía novio –al recordarlo casi me entran ganas de gritar, pero me contengo-. Me enfadé muchísimo, pero no pude odiarle –callé por breves momentos-. Hablé con él, me pidió perdón y todo bien. Pero no pude tratarle normal hasta casi finales del curso pasado. Ahora es mi mejor amigo –me mira intrigado.
            -Qué historia.
            Con tanto hablar no me había dado cuenta de que ya estaba la profesora al frente, así que me di la vuelta y escuché su charla. Pensé en Larry y en todo lo que habíamos hablado. Miro a Greg. Hay que ver, cuánto me gustaba antes y ahora todo se ha ido. No me ha vuelto a gustar nadie desde él. Me hubiera alegrado de verdad que lo de su supuesta novia hubiera sido cierto, pero no fue así. Mi prima (vaya, casi me había olvidado de ella) me pasó su agenda escolar y me pidió que le rellenase el primer hueco de los contactos. Así, según ella, “tendría a quién llamar si necesitaba ayuda con los deberes”. Lucy me contó en lo poco que hablamos durante la corta clase que estaba saliendo con un chico llamado Ryan, de dos años mayor que ella. Me alegré mucho cuando me lo contó, y recordé que Claire también estaba saliendo con Chris, un chico de cuatro años mayor que ella. Nuevamente se comprueba que las chicas más guapas son las que consiguen pareja antes. Me pregunto dónde más ha estado Larry. ¿Habrán sido lugares exóticos? ¿O más bien comerciales? ¿Quizás en Roma? ¿En Washington? Tenía tanto que preguntarle... Podría ayudarme con mi inglés. Así podría aprender más para mi carrera. Sonrío nada más que de pensarlo. ¿Habrá estado aquí alguna vez? Podría ser su guía si él quiere. Casi sin darme cuenta había pasado una hora y ya tocaba el recreo. Como es la jornada de acogida hay poco tiempo de clase, pero a partir de mañana ya se empieza de lleno. Recojo mis cosas y las guardo en mi mochila. Larry también hace lo mismo y me acerco a él.
            -Tenía una pregunta para ti –le digo alegremente-. ¿Tienes acompañante en el recreo? ¿O puedo servirte yo misma?
            Se ríe. Parece contento.
            -Bueno, si quieres me puedo quedar con vosotras. ¿Hay más gente?
            -Sí. Ahora los conoces.
            Hago un gesto con la cabeza a Lucy y a Larry, que me siguen hasta afuera de la clase y nos encontramos con Fred y Claire. Bajamos las escaleras hacia la calle, que es nuestro recreo por estar en bachillerato, y Fred y Claire se paran un momento.
            -Esperad. Hay una persona que queremos que conozcáis –dice Claire.
            -Hemos conocido a una chica nueva. Dice que nos va a presentar a más gente de su antiguo colegio. Ahora sale –dice Fred. Intuyo por su manera de hablar de la pobre chica que le ha gustado.
            -¿Cómo se llama? –Les pregunto.
            -Casandra. Es muy simpática –dice Fred. Sí, definitivamente le ha gustado-. Oh, ahí está. ¡Casandra!
            La chica, Casandra, mira hacia nosotros. Es muy guapa, alta, con el pelo largo y moreno. Sonríe alegremente y viene hacia nuestro magnífico grupo.
            -Hola, chicos –saluda a Fred y Claire-. Gracias por dejarme venir con vosotros.
            -De nada mujer –sonríe Claire.
            -Casandra, déjame presentarte –Fred le coge la mano. Bien, Fred, bien-. Esta es Rachel.
            -Hola –sonrío. Me mira con unos ojos negros penetrantes. Me recorre un escalofrío por la espalda.
            -Esta es Lucy –Lucy sonríe tímidamente. Creo que murmura un “encantada”, pero apenas es audible-. Y este es... –Fred no lo conoce, así que el pobre Larry tendrá que presentarse.
            -¡Larry! –Casandra se lanza a sus brazos como si fuera a comérselo. Sentí una punzada en el estómago-. ¡Cuánto tiempo, honey!
            -Me alegro de verte, Cassy.
            ¿Cassy? ¿Honey? ¿Acaso se conocían? ¿No venía de Londres? ¿Cómo la conoce?


Continuará