Anteriormente: -¡Larry! – Wendy se lanza a sus brazos como si fuera a comérselo. Sentí una punzada en el
estómago-. ¡Cuánto tiempo, honey!
-Me alegro de verte, Wen.
¿Wen? ¿Honey?
¿Acaso se conocían? ¿No venía de Londres? ¿Cómo la conoce?
Por suerte, Fred lo
preguntó por mí.
-¿Os conocéis? –Dice Fred, por lo
que parece, un poco celoso.
-Sí –contestó ella. Sin soltarse de
él, claro-. Era mi mejor amigo cuando éramos pequeños. Pero tuvo que irse a
Nueva York por el trabajo de sus padres. Después de eso hemos estado hablando
por correo electrónico y por teléfono desde siempre. Le escribía cada día, y
controlábamos las diferencias horarias para llamarnos –mira fijamente a Larry-.
Cuando supe que venías casi me muero de la alegría. ¡Pero no me imaginaba que
estarías en mi mismo instituto!
Ah, vale. Ji, ji, ja, ja. Muy
divertido todo. Necesito cortar o vomitaré de la melosidad que hay en la voz de
doña perfecta.
-No me gustaría interrumpir este
maravilloso reencuentro –me salió un poco peor de lo que esperaba-, pero
¿podemos movernos? Quiero comprarme el desayuno, gracias.
Lucy me lanza una sonrisa.
-Voy contigo –dice Larry.
-¡No! ¡Quédate conmigo! –Grita Wendy-no-me-dejes-que-me-muero.
-Voy yo. Ahora venimos –dice Lucy
casi entre risas.
Nos alejamos del grupo y mi
pensamiento está sumido en la imagen de Wendy con Larry. ¿Habrían estado
juntos? Ella por lo que parece sí quiere a Larry. ¿Y él a ella? Bueno, si
habían estado hablando todos los días supongo que sí.
-¡...osa! –mi prima me saca de mis
pensamientos.
-¿Eh? ¿Qué? –No me he enterado de
nada.
-Que estás celosa de Wendy –ríe
pícaramente.
-¿Qué? ¿Yo celosa de Wendy? –Río
mucho, pero suena poco convincente. No me lo creo ni yo-. ¿Por qué iba a
estarlo?
-Supongo que, simplemente, te ha
gustado Larry –me sonríe aún más emocionada que antes.
-No me puede gustar una persona que
acabo de conocer –me parece que estoy hablando un poco demasiado alto. Creo que
intento convencerme a mí misma también, además de a Lucy.
-Pues ya ves que sí –llegamos a la
tienda correspondiente y entro como un rayo a comprarme el desayuno. Lucy me
espera fuera. Cojo una napolitana, voy al dependiente, la pago y me la voy
comiendo mientras salgo con mi prima.
-No lo creo. Soy sensata. No ha
vuelto a gustarme nadie desde Greg –le había contado la historia en la clase,
poco después de haber dejado de hablar con Larry.
-Bueno, ha llegado el momento de que
sí.
Vemos a lo lejos, no mucho, aparecer
a Claire, Fred, Larry y su amiga doña Wendy. Seguía agarrada a su brazo como
una lapa. No se soltaba y no paraba de mirarle, sonreír, hablar, etcétera. ¡Uf!
Me pone de los nervios. Fred se acerca a mí.
- Wendy nos va a presentar a sus
amigos de su antiguo instituto.
Nos paramos frente a la puerta de
dicho instituto y Wendy entra, obviamente, agarrando a Larry del brazo. Grita
algunos nombres desde la puerta y van saliendo chicos. Bueno, y una chica. Al
menos hay una chica entre sus amigas. El más alto de todos, al ver que Wendy no
los presentaba, da un paso hacia delante y se presenta.
-Hola, me llamo Gordon –es alto, con
el pelo largo y castaño, ojos cálidos y parece agradable-. Este de aquí –señala
a un chico bajito, moreno con gafas y sonríe tímidamente-, es Ray. Aquel con la
novia –señala a un chico alto, moreno con el pelo rizado y con mirada perdida
junto a una chica bajita, delgada, castaña con el pelo largo y con gafas-, es
Gary, y la chica es Miki. Y este rechoncho de aquí –el chico rellenito le da un
empujón de broma a Gordon. Es moreno, alto y con cara de tímido-, es Samuel.
-Encantada –digo sin pensarlo-. Yo
soy Rachel, esta de aquí es mi prima Lucy, este es Fred y ella es Claire.
Todos sueltan un “hola” alegre. Miro
de nuevo a Wendy con Larry. Ella le cuenta un millón de cosas, pero él no
hace caso. Está mirando al cielo. De pronto me mira y me sonríe, cosa que me da
igual, y le aparto la mirada. Tal vez no debería haber hecho eso... Puede que
ahora sospeche que estoy celosa... Que no lo estoy, pero bueno... Bah, no creo
que piense nada. No debe ser de aquellos que se dan cuenta de las cosas. El
timbre del instituto de los nuevos chicos toca y deben irse adentro. Cuando
entran, nosotros emprendemos el paso y cada uno habla con su respectiva pareja.
Yo, sin darme cuenta prácticamente, sigo mirando a la “parejita feliz”. Lucy
ríe.
-Tranquila. Mira –señala a Wendy y
Larry-. ¿No ves que Larry pasa de ella? Debe estar agobiado con tanta cháchara.
¡Es un lorito, Madre del Amor Hermoso! Qué pesada. Me agobia a mí y no está
hablando conmigo. Como no corte la corto yo.
Reímos. No sé si tomarla en serio,
pero pronto me hizo cambiar de opinión. Lucy me cogió de la mano y me acercó a
la parejita, cogiendo a Wendy de la mano con la excusa mala de “quiero
conocerte, pareces interesante” y llevándosela lejos de Larry. Obviamente, Wendy se resistió los primeros segundos, pero cuando supo que no lograría nada (por
lo que he aprendido en este corto plazo de tiempo, Lucy es bastante
perseverante) dejó a un lado su resistencia y calló. Por fin, después de cerca
de media hora charlando, oigo mis pensamientos. Larry me mira y me sonríe.
-Dile a tu prima que mil gracias
–dice riendo.
-Dáselas tú. O no. Porque te ha
quitado a tu best friend forever, ¿no
te molesta? –Casi sueno como una novia posesiva.
-No me molesta.
Típico. Delante de su cascarrabias
nueva amiga no diría nada.
-Pues si tantas ganas tenías de
quitártela de encima, ¿por qué no le dices que te deje en paz? –Cada vez
parezco más enfadada.
-Pues... –me mira risueño. Parece
como si fuera a reírse-. No estarás celosa, ¿verdad?
-¿Celosa? ¿Yo? No sé qué es eso.
Ríe. No aguanto su inmadurez que está
mostrando ahora mismo. He concebido una imagen errónea de él. Tal vez no sea
tan maduro e inteligente como pensaba.
-Me encantas así.
Me sonrojo. Es idiota. Acabo de
descubrirlo. ¿Puede cambiar tu opinión de una persona en escasos minutos?
-Bueno, aún no me has contestado.
¿Por qué te molestaba?
Se queda pensativo y se rasca su
linda naricita como hacía Vickie el Vikingo. Da un chasquido con la lengua.
-No me lo habías preguntado.
Me tiene en ascuas. Solo tenía que
responder.
-Bueno, da igual. ¿Me respondes?
Me mira desafiante. Creo que tardará
un poco en contestar. ¿Pretende hacerme enfadar? Pues lo está consiguiendo.
-Porque no me dejaba hablar contigo
y, la verdad, lo prefería.
Ahora esto sí que es el colmo.
¿Pretende sensibilizarme? No lo conseguirá.
-Ah. Bueno, gracias, supongo. Pero
tu amiga te espera. Parece que no quiere estar con mi prima. Te echa de menos
–pongo voz de niña pequeña. De nuevo, Larry ríe. ¡Uf! Es odioso cuando se lo
propone.
-Gracias por la información, jefa.
Lo tendré en cuenta. Pero ahora prefiero estar contigo.
No sé lo que pretende, pero ya no
voy a insistir más. No respondo. Llegamos al instituto y subimos a las clases.
Mi prima se despide con un sonoro beso de Wendy y le grita “¡después seguimos
hablando!”. Claire y Fred van detrás y Lucy viene conmigo. Larry se adelanta y
entra en la clase.
-¿Te he servido de ayuda? –Dice
Lucy.
-Más o menos. Pero me pone de los
nervios –hablamos en susurros.
-¿Y eso por qué? ¿No te gustaba?
-¡Que no me gusta! Vaya por Dios. Además,
ahora menos. Ha empezado a decir que Wendy no le dejaba en paz y que quería
estar conmigo, pero no ha hecho nada para evitarlo. Qué hombre...
Lucy ríe. Entramos en la clase y nos
sentamos en nuestros sitios. Larry está dibujando, como antes. Yo también saco
mi cuaderno y sigo con mi dibujo. Greg se acerca a mí.
-Vaya, qué bien dibujas –exclama
Greg.
-Gracias. Llevo unos días con él.
Aún no está acabado, pero no va mal del todo. Me gustaría ponerle sombra como
si la luz viniera de arriba. Así no tendría que dibujarle los ojos a ninguna de
las dos partes. Simplemente emborronaría esa zona... Pero me parece que te
aburro –río entre dientes.
-No, no, para nada. Me gusta oírte
hablar.
Greg se sienta a mi lado.
-¿Qué haces?
-¿Puedo verte dibujar? Me gusta
verte tan concentrada. Estás tan mona cuando te cae el pelo hacia delante...
No puedo evitar sonrojarme. Asiento
rápidamente y sigo dibujando. Noto la mirada de Greg en mí. Me avergüenza estar
así con él después de todo, pero es mi mejor amigo, así que no entiendo mis
repentinos nervios. Bueno, haré como si no estuviera aquí. Sigo dibujando como
si nada, aunque estoy un poco tensa. Cojo la goma y borro el último trazo. El
dibujo está quedando de miedo. Me gusta, a pesar de que lo he hecho yo. Sonrío
y miro a Greg.
-Mira. Me está quedando bien, ¿eh?
–Río.
-Claro que sí. ¡Te está quedando
genial! Hummm... ¿Podría pedirte una cosa?
-Depende de qué –sonrío.
-¿Me lo podrías regalar? O hacerme
uno para mí. Es que me gusta mucho.
Me sonrojo. Vaya. Me siento
halagada.
-Bueno... Si quieres, me dices un
dibujo que te guste y te lo intento hacer. No prometo que quede muy bien, pero
lo intentaré.
-¿Bromeas? Te quedará genial, como
este. En serio, dibujas muy bien.
Entra la profesora y se va a su
sitio. Ya puedo respirar con normalidad. Lucy se acerca a mí.
-¿Te ocurre algo con Greg?
-¿Algo como qué?
-No sé... Podrías volver a empezar a
sentir algo por él... ¿Lo he dicho bien? Vaya trabalenguas en dos segundos
–ríe. Río yo también.
-No lo creo. Cuando me gustaba
sentía otra cosa en mi interior. La verdad, creo que puede ser el pensamiento
de todo lo que pasó, de lo que vivimos, y que al final no fuera nada. Puede que
sea el sentimiento de “algo que pudo pasar, pero que no fue”. No sé si me
entiendes –la verdad, es que ni yo misma me entiendo, pero sé lo que quiero
decir.
-Más o menos. Pero piensa que si no
funciona con Larry puedes probar de nuevo con Greg.
-¡Uf! Lucy, después de tantos años
nos reencontramos un día y ya me estás buscando novio. No puede ser esto, ¿eh?
Reímos durante un rato, recordando
también algunas cosas que hacíamos de pequeñas. No puedo creerlo, estoy tan a
gusto con ella... No recordaba que fuera tan simpática.
Vuelvo a mi casa. Vaya mañanita.
Menudo inicio de curso. Mi clase no es la que esperaba, pero solo espero estar
a gusto allí. Además, no creo que sea bueno acercarme mucho a Larry. O sí... No
lo sé. ¿Qué hago? Bueno, Rachel, no lo pienses más. Mañana preséntate amable y
dile a Larry que si le apetece una visita turística por la ciudad.
Fin del capítulo 1