Despertador. Olvidaba que hoy empezaba de nuevo el instituto. Bostezo con
fuerza. Odio tener que volver a la rutina. ¿Quién inventaría que las clases
debían empezar tan temprano? Intento levantarme, pero caigo de nuevo a la cama.
“Rachel, levanta, no puedes llegar tarde el primer día de bachillerato”.
Intento animarme en cierto modo, pero no hay manera. Después de debatir un rato
conmigo misma, consigo levantarme y voy como un zombi a la cocina a desayunar.
Mi madre ya está despierta, como
siempre, y se está preparando su café y tostando el pan. Claro que me toca a mí
calentar la leche.
-Buenos días, mamá –digo casi en un
susurro. Mi hermano aún está dormido.
-Buenos días, nena.
Mi madre, como yo, no se despierta
hasta que no desayuna. Joseph (el novio de mi madre) hoy trabaja temprano,
supongo. Bostezo. Abro la nevera y saco la leche. Cojo la jarra para calentar
la leche y echo la medida justa para las dos. Meto la jarra en el microondas y
cojo un pedazo de pan para ponerlo a calentar. Mientras tanto, saco la
mantequilla y la mermelada de melocotón. Las coloco en la mesa y voy a por un
cuchillo y un plato para sacarme el pan ya hecho. También cojo mi taza de Winnie the Pooh para preparar mi Cola
Cao. Una vez que lo tengo todo, me siento a la mesa y me unto el pan con
mantequilla y mermelada. Mi madre se sienta junto a mí.
-¿Nerviosa? –Me pregunta alegre.
-Bueno, este año ya es bachillerato.
Supongo que sí, estoy algo nerviosa.
Contesto lo más amable que puedo con
el sueño que tengo encima. Miro la hora. Ya he perdido mucho tiempo. Como tengo
mucha prisa, friego mis cosas rápidamente y voy a vestirme. Al llegar a mi
habitación, abro la ventana y compruebo. Aún hace un poco de calor, así que me
pondré mis shorts y una camiseta de tirantes. Como es evidente, también cojo
mis guantes sin dedos. Siempre los llevo. Cojo las sandalias blancas y me visto
como un rayo. Voy al baño y me cojo una cola alta. Me cepillo los dientes con
cuidado (tengo brackets, y por ello tengo que ser más cuidadosa). Inmediatamente
después de haber terminado, doy una carrera hasta mi habitación, cojo los
pendientes y mi mochila ya preparada y salgo disparada por la puerta, no sin
antes haberme despedido de mi madre con un beso en la mejilla.
-Recuerda buscar a tu prima Lucy –me
dice antes de salirme-. Irá a tu clase.
-¡Ok! ¡Hasta luego!
Salgo y cierro la puerta tras de mí.
Genial. Tengo que empezar bachillerato de letras tras haber estado toda mi vida
en ciencias, tengo que aguantar al grupito de graciosos pesados de la clase
(solo los de ciencias eran tranquilos), tengo que estar en la clase con la persona
que más odio (Andree) y mi ex mejor amiga (Lilly), y además tengo que separarme
de mis dos mejores amigos (Fred y Claire) para sustituirlos por mi prima Lucy,
la cual no veo desde que tenía dos años. Me espera un curso de lo más
movidito... Supongo que sobreviviré.
Veo a Fred en el sitio de siempre
(como vivimos cerca, quedamos para ir a buscar a Claire) y me acerco a él. Se
ha peinado su oscura cabellera morena a lo Joe Jonas de los Jonas Brothers, lleva su camiseta azul
de Paul Frank y sus pantalones
rasgados (una vista que no me agrada a primera hora de la mañana), y para
variar se ha afeitado su bigote, que más que un bigote parecía una gran fila de
hormigas buscando comida y te entraban ganas de gritarle “¡Heil, Hitler!” con
la mano derecha arriba. Llevaba sus gafas de pasta gruesa negras enmarcando sus
ojos oscuros y me sonríe de lejos.
-Buenos días, Rachel.
-Buenas, Fred.
Emprendemos la marcha hacia casa de
Claire. Fred me preguntaba cosas como si estaba nerviosa, o quién creía que iba
a entrar nuevo en la clase... Solo se me ocurrió una cosa: mi prima. Fred ya me
había preguntado que cómo la reconocería si hacía tanto tiempo que no la veía,
pero me limité a responderle que ya lo sabría cuando la viera. Llegamos a casa
de Claire en muy poco y ella ya estaba abajo esperándonos. Iba con su faldita a
cuadros, algo corta en mi opinión, una camiseta negra muy escotada y sus botas
negras. Llevaba su largo pelo castaño suelto con una horquilla en el flequillo.
No llevaba sus gafas. Seguramente se habría puesto lentillas. Estaba muy
orgullosa de sus ojos, castaños como su pelo, y odiaba tener que ocultarlos
bajo sus gafas. Nos sonríe. Nos saludamos con dos besos, como siempre, y a Fred
de lejos. No es que nos de asco, pero suda como un maldito pollo en un asador
cuando hace calor o realiza ejercicio físico. Siempre ha sido y será así.
Llegamos extremadamente puntuales
(cosa que dudaba, ya que nos retrasamos bastante cuando vamos hablando tan
tranquilamente como hoy). Veo a una chica bajita y delgada, con el pelo claro
casi rubia, ojos azules y que me mira. Se acerca a mí sonriendo. Sí. Es ella.
La reconocería fuera donde fuese. Lucy. Sonrío.
-Hola. Me alegro de verte –me dice
amablemente.
-Lo mismo digo. Me alegra que estés
aquí.
-Y yo. Habría tenido que pasar el
curso sola de no ser por ti.
Parece agradecida. Observo su ropa.
Una camiseta clara con escote pronunciado, casi enseñando el sujetador, unos
pantalones cortos claros y unas sandalias del mismo color de la camiseta. Miré
con disimulo mi camiseta. Apenas tenía escote. ¿Para qué? Al menos Claire y
Lucy podían enseñar algo. Yo no tengo mucho pecho que digamos. Vuelvo a
mirarla. Parece más tranquila de lo que realmente debería estar alguien que ha
cambiado de colegio. Observo su mochila.
-Oh, ¿tu mochila es de Jack Skeleton de Pesadilla antes de Navidad? –Ahora me está cayendo mejor mi prima.
-Sí... –dice tímidamente.
-¡Me encanta esa película! ¿Te gusta
el anime también?
-¿Bromeas? –Ya parece más suelta-.
¡Me encanta!
Claire se une a nosotras, que
también comparte nuestros gustos, y Fred no iba a ser menos. Acabamos de
encontrar aficiones comunes con Lucy. Pasamos hablando un rato cuando ya vemos
más gente de primero de bachillerato entrar y les seguimos. Por desgracia, no
podemos estar mucho más juntos. Lucy y yo tenemos que ir a la clase B y ellos a
la A. Nos despedimos. Nos veremos después en el recreo. Cuando entramos en la
clase veo muchas caras conocidas y algunas que no. Veo que hay mucha gente
repitiendo. Mi prima y yo nos sentamos al final de la clase. Lucy me presenta a
sus amigas de su antigua escuela y empieza a hablar con ellas. Yo saco de mi
mochila mi cuaderno de dibujos y comienzo a dibujar. Continúo con mi ángel
barra demonio que estoy haciendo. No hay ningún profesor, por lo que echo un
vistazo rápido al barullo. Allí está Greg, mi amor de hace dos años. Mira hacia
mí y le saludo. Me saluda y sigue hablando con su grupo. Escucho ruido de
bolígrafos tras de mí. Me giro y veo a un chico dibujando también.
-Hola –le digo alegre. El chico me
mira. Tiene los ojos oscuros y una mirada penetrante. El pelo no muy largo
oscuro, sonrisa encantadora y muy guapo.
-Hola –me responde.
-Debes de ser nuevo, ¿no? Me llamo
Rachel. ¿Y tú?
-Larry. Encantado.
Me gusta su nombre. Larry. Suena muy
bien.
-Y ¿de dónde vienes?
-De Londres.
-Vaya, ¿de Londres? –Observo los
detalles-. Pues... no pareces inglés, la verdad.
-No lo soy –ríe-. Mis padres cambian
constantemente de trabajo y vamos de acá para allá siempre.
-Jo, qué suerte –sonrío-. Si yo
fuera así, sería la chica más feliz de la Tierra.
-Qué va, no querrías mi vida –se
pone serio-. Puede parecer genial viajar constantemente. Conoces sitios nuevos,
gente nueva, idiomas nuevos... Pero no todo es eso. Cambiar de colegio, dejar
atrás a tus amigos... Además, tengo diecisiete años. Debería estar en segundo,
no en primero de bachillerato. He repetido por no poder asistir a clases este
último año –se calla-. No es tan buena vida como parece, Rachel.
Me callo y asiento. No lo había
visto así. Ahora... no sé cómo me siento, pero es más mal que bien.
-Tienes razón, Larry. Lo siento... –¿Y
ahora? ¿De qué podía hablarle? Quiero que se sienta bien-. Bueno... y aquí,
¿cuánto tiempo te quedas? –Intento parecer más simpática.
- Mis padres me han prometido que no
me cambiarían de instituto hasta acabar el bachillerato.
-Es decir...
-Dos años –decimos casi al unísono.
Reímos. Parece simpático.
-Por favor, no se lo cuentes a
nadie. No es por nada, pero no quiero ser el centro de atención de nuevo...
Lo decía muy en serio. En realidad,
me daba pena.
-No te preocupes –le sonrío ampliamente-. No lo contaré. Será nuestro pequeño secreto.
Greg se acerca a mi mesa y me
sonríe.
-Rachel –dice con su voz melodiosa.
-Greg. ¿Qué tal?
Greg había sido mi primer amor.
Alto, rubio, ojos azules y profundos, guapo, amable, simpático, gracioso... El
chico que cualquier niña podría soñar. Pero no salió bien...
-Muy bien. Y tú, ¿qué haces en
humanidades? Pensaba que eras de ciencias –me dice extrañado.
-Y lo era. Pero por culpa de lo que
quiero estudiar, me temo que tuve que cambiar –suspiro-. Tendré que adaptarme a
esto. Latín lo llevaré algo mal al principio, pero después supongo que me
defenderé –río.
-Si quieres puedo echarte una mano. Ya
sabes que estoy aquí para lo que quieras –me sonríe.
-Gracias, Greg. Eres el mejor.
Me da un beso en la mejilla y se va
con su grupito. Me doy la vuelta de nuevo y miro a Larry.
-¿Es tu novio? –Me dice.
-¿Greg? Qué va. Me gustó hace dos
años, pero la cosa no fue muy bien.
-¿Qué pasó? Si se puede saber.
-Bueno, me trataba genial, y parecía
que yo también le gustaba, pero la cosa no fue así –suspiro-. Cuando me declaré
a él, me dijo que ya tenía novia y que no podía ser lo nuestro, así que lo dejé
pasar después de haber llorado muchísimo. Más tarde quedamos más veces, y me
enteré de que su “novia” tenía novio –al recordarlo casi me entran ganas de
gritar, pero me contengo-. Me enfadé muchísimo, pero no pude odiarle –callé por
breves momentos-. Hablé con él, me pidió perdón y todo bien. Pero no pude
tratarle normal hasta casi finales del curso pasado. Ahora es mi mejor amigo
–me mira intrigado.
-Qué historia.
Con tanto hablar no me había dado
cuenta de que ya estaba la profesora al frente, así que me di la vuelta y
escuché su charla. Pensé en Larry y en todo lo que habíamos hablado. Miro a
Greg. Hay que ver, cuánto me gustaba antes y ahora todo se ha ido. No me ha
vuelto a gustar nadie desde él. Me hubiera alegrado de verdad que lo de su
supuesta novia hubiera sido cierto, pero no fue así. Mi prima (vaya, casi me
había olvidado de ella) me pasó su agenda escolar y me pidió que le rellenase
el primer hueco de los contactos. Así, según ella, “tendría a quién llamar si
necesitaba ayuda con los deberes”. Lucy me contó en lo poco que hablamos
durante la corta clase que estaba saliendo con un chico llamado Ryan, de dos
años mayor que ella. Me alegré mucho cuando me lo contó, y recordé que Claire
también estaba saliendo con Chris, un chico de cuatro años mayor que ella. Nuevamente
se comprueba que las chicas más guapas son las que consiguen pareja antes. Me
pregunto dónde más ha estado Larry. ¿Habrán sido lugares exóticos? ¿O más bien
comerciales? ¿Quizás en Roma? ¿En Washington? Tenía tanto que preguntarle...
Podría ayudarme con mi inglés. Así podría aprender más para mi carrera. Sonrío
nada más que de pensarlo. ¿Habrá estado aquí alguna vez? Podría ser su guía si
él quiere. Casi sin darme cuenta había pasado una hora y ya tocaba el recreo.
Como es la jornada de acogida hay poco tiempo de clase, pero a partir de mañana
ya se empieza de lleno. Recojo mis cosas y las guardo en mi mochila. Larry
también hace lo mismo y me acerco a él.
-Tenía una pregunta para ti –le digo
alegremente-. ¿Tienes acompañante en el recreo? ¿O puedo servirte yo misma?
Se ríe. Parece contento.
-Bueno, si quieres me puedo quedar
con vosotras. ¿Hay más gente?
-Sí. Ahora los conoces.
Hago un gesto con la cabeza a Lucy y
a Larry, que me siguen hasta afuera de la clase y nos encontramos con Fred y
Claire. Bajamos las escaleras hacia la calle, que es nuestro recreo por estar
en bachillerato, y Fred y Claire se paran un momento.
-Esperad. Hay una persona que
queremos que conozcáis –dice Claire.
-Hemos conocido a una chica nueva.
Dice que nos va a presentar a más gente de su antiguo colegio. Ahora sale –dice
Fred. Intuyo por su manera de hablar de la pobre chica que le ha gustado.
-¿Cómo se llama? –Les pregunto.
-Casandra. Es muy simpática –dice
Fred. Sí, definitivamente le ha gustado-. Oh, ahí está. ¡Casandra!
La chica, Casandra, mira hacia
nosotros. Es muy guapa, alta, con el pelo largo y moreno. Sonríe alegremente y
viene hacia nuestro magnífico grupo.
-Hola, chicos –saluda a Fred y
Claire-. Gracias por dejarme venir con vosotros.
-De nada mujer –sonríe Claire.
-Casandra, déjame presentarte –Fred
le coge la mano. Bien, Fred, bien-. Esta es Rachel.
-Hola –sonrío. Me mira con unos ojos
negros penetrantes. Me recorre un escalofrío por la espalda.
-Esta es Lucy –Lucy sonríe tímidamente.
Creo que murmura un “encantada”, pero apenas es audible-. Y este es... –Fred no
lo conoce, así que el pobre Larry tendrá que presentarse.
-¡Larry! –Casandra se lanza a sus
brazos como si fuera a comérselo. Sentí una punzada en el estómago-. ¡Cuánto
tiempo, honey!
-Me alegro de verte, Cassy.
¿Cassy? ¿Honey? ¿Acaso se conocían? ¿No venía de Londres? ¿Cómo la conoce?
Continuará
Hola!! Me he leído el primer capítulo y me anima a seguir leyendo para ver qué pasa con Larry y Casandra :)
ResponderEliminarMi única sugerencia es que compondría frases algo más complejas para que no resulte tan monótono. Por lo demás me ha gustado :D