jueves, 18 de octubre de 2012

Los espíritus también lloran (parte 4)


Abro los ojos y doy un salto que me reincorporo en medio segundo. Miro a todas partes. Estoy en mi habitación, en mi cama. Resoplo. Maldito sueño... Me toco la cabeza. Me duele muchísimo. Aún puedo notar el frío de la nieve en mi espalda mientras Nathaniel me abrazaba y lloraba cuando me despedía. ¡Uf! Qué pesadilla tan horrible... Miro al frente. Nathaniel está al piano. Sonrío al verle allí. Me levanto de la cama lentamente. ¿Se habrá dado cuenta de que me he despertado? Me acerco a él. Le voy a dar un abrazo, pero mis brazos le atraviesan. ¿Pero qué narices...? Me alejo de él lentamente, muy asustada. Me miro las manos. Miro al espejo que hay junto a la puerta. Grito. No... No estoy reflejada en él. Pero eso significa que soy... Que estoy... Que realmente no fue un sueño... Ha pasado realmente... ¿Es eso posible? ¿He... muerto?
-Gwen... –Le miro esperanzada. Puede ser que note mi presencia. ¿Sabe que estoy aquí?-. Me prometiste que siempre estaríamos juntos... pero te has ido –murmura Nathaniel. No puede verme. Me entristezco aún más-. ¿Para quién tocaré ahora el piano? ¿Quién cantará para mí? –Le miro muy triste... Nathaniel, lo siento mucho...-. Sé que te prometí que intentaría seguir mi vida... pero no puedo –toca unas notas en el piano. Suena a nuestra canción. Para de tocar y me acerco a él. Me siento a su lado en el piano. Le recorren un par de lágrimas por las mejillas. Me da muchísima pena verle así-. Me prometí a mí mismo que no volvería a hablar... solo. Pero no lo consigo. Quiero creer que estás aquí... Por eso te he vuelto a tocar el piano. Perdona que no haya tocado en cuatro meses. Lo siento... -¿Cuatro meses? ¿Cuánto hace que... pasó eso? Miro por la ventana. No hay nieve y los árboles están en flor.-. Vaya... ¿Qué día es hoy? –Parece un tono más alegre, pero forzado-. Es nueve de mayo. En dos semanas justas es tu cumpleaños, Gwenny –sigue llorando silenciosamente. Empiezo a llorar yo también. No sabía que los espíritus podían llorar...-. Te echo de menos, Gwendolyn Taylor. Te haré una tarta por tu cumpleaños. Te compraré algo... Quiero pensar que sigues aquí... ¡Gwen! –Nathaniel rompe a llorar desconsoladamente. Me coloco a su lado y lloro con él. No me gusta nada verle así.
-Nat... Aunque no me puedas oír, ni ver... Pienso que he vuelto por algo en particular. Creo que debo ayudarte... –Sonrío forzadamente. Me seco las lágrimas y me levanto-. Te prometo que te ayudaré a seguir con tu vida. Palabra de Gwen.
Levanto mi dedo meñique y lo uno al suyo. Aunque él no lo note, acabamos de hacer una promesa.

1 comentario:

  1. Esta historia me encanta. Es preciosa, espero que encuentren la manera de estar juntos o que al menos Nathaniel consiga ser feliz. ¡Sigue así!
    Besos.

    Sollozos En Mitad Del Bosque
    Pensamientos De Adolescencia ∞

    ResponderEliminar