sábado, 22 de septiembre de 2012

Los espíritus también lloran (parte 2)


Tras la merienda me visto con ropa de abrigo. Me he puesto mi jersey blanco de cuello vuelto con mis pantalones vaqueros. Me he apropiado de un abrigo bastante grueso, guantes y bufanda. Hoy le he dicho a Nathaniel que me siento mejor y que puedo salir a dar un paseo con él. Tras mucho divagar, al final ha aceptado. A regañadientes, pero vamos a salir. Realmente tengo ganas de salir. Nathaniel también se abriga, pero menos que yo. Se ha puesto una camiseta gruesa de manga larga y unos pantalones negros, con su abrigo y guantes. Ha preferido no optar por la bufanda. Me coge de la mano y echamos a andar por la calle. Llegamos a un descampado. Es diciembre, por lo que el ambiente en las calles es muy ajetreado. Las compras de Navidad lo acaparan todo. Me parece una eternidad desde mi última Navidad sin estar enferma. Está nevando. Me gusta la nieve. Bueno, desde que no puedo salir de mi casa me gusta todo lo que veo. Ahora aprecio hasta el más mínimo detalle. Miro a Nathaniel. Está muy pensativo. No puedo dejar que se siga preocupando tanto por mí. Quiero hacer algo para animarle. Me siento muy culpable de cómo se siente... Miro al suelo y se me ocurre una brillante idea. Me agacho, hago una bola de nieve rápidamente y se la lanzo.
-¡Eh! ¿Pero qué haces? –Exclama Nathaniel entre risas.
-¿A ti qué te parece? –Le lanzo otra-. ¡Inicio una guerra!
Nathaniel me mira asombrado, como si no se lo hubiera esperado. Finalmente sonríe.
-Tú lo has querido.
Nathaniel se agacha y hace una bola de nieve, pero antes de que pueda lanzarla le tiro otra que le da de lleno en la cara. Me lanza la bola y me da en el brazo. Reímos muchísimo y echo a correr gritando “atrápame si puedes”. El corazón me late tan deprisa que puedo notar como casi se me sale por la boca. No dejo de reírme. Miro a Nathaniel que viene corriendo detrás de mí. Se para en seco y se agacha para hacer otra bola. Se levanta y me sonríe. Me paro yo también, riendo. Me tiemblan las piernas. Empiezo a oír todo mucho más bajo, como si estuviera todo muy lejos de mí. De repente Nathaniel desaparece de mi vista. Empiezo a notar un dolor persistente en el estómago, que se extiende por todo mi cuerpo. Pierdo el equilibrio completamente y caigo al suelo, viéndolo todo negro. ¿Esto es... la muerte?

2 comentarios:

  1. sigue subiendo más, cuanto antes jajaja la verdad es que está muy bien ^^ te felicito ^^

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  2. Sigue subiendo más de esta historia, es muy original! Me gusta!Yo tambien te felicito!

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